El desierto es un espacio lleno de silencio, quietud y…vida. En el desierto que rodea Tombuctú me enamore del cielo pleno de luces, me enamoré de la vida, de las luciérnagas. Cuando ya de noche, me perdí, en mi camino de regreso a la ciudad de las caravanas y una tormenta de arena me atrapó sin más solución que quedarme quieto por miedo a perderme aún más . Cuando un muro de arena cayó a mi alrededor y la noche se hizo azabache, cuando la tormenta se hizo quietud, cuando se hizo el silencio, pequeñas luces se levantaron del suelo, pequeñas luces se abrieron paso en el cielo danzando una coreografía de eones. En aquel instante, casi entregando el alma, en aquel instante las luces eran casi poemas en el aire.Tiempo después al viajar por nuestros monegros, nuestro desierto, al caer la noche, viendo un viñedo exhausto por los rigores del sol y la falta de agua, al ver caer la noche , al ver las luciérnagas revolotear…volvieron los recuerdos de esos otros desiertos llenos de vida.