de este libro, solo podemos poner dos breves trocitos, la introducción y el epilogo ...

Introducción

Durante estas cuatro décadas de disfrute enogastronómico y de vida,

también profesional he recibido muchos favores y no pocos consejos. Cuando

hicimos los casi cuatrocientos programas de televisión de “en la cocina con

Ciriaco” recibimos muchísimas recetas tradicionales que nos enviaban per-

sonas encantadoras con animo de ayudar y también con la ilusión de que no

se perdieran. Eran recetas que se encontraban en la familia por largos años

y muchas de ellas tenían mucho amor. También la diputación provincial de

Zaragoza me honró hace ya largas décadas, cuando era joven, con el encar-

go de un libro de viajes sobre nuestra provincia zaragozana y allá que me fui

con mi furgoneta, buenas intenciones y una cámara de fotografiar en blanco

y negro para que las fotos fueran más auténticas, luego me enteré que las

fotos se podían revelar en blanco y negro¡. En este periplo por la provincia

disfruté muchísimo, conocí gente muy interesante y engordé como unos seis

kilos. ¡Que bueno estaba el pan¡, los embutidos¡ y los almuerzos, comidas,

cenas y recenas al amor de las cadieras, las cocinas, las estufas, los cam-

pos, las bodegas... un precioso paseo lleno de comida, de vino, de conversa-

ción. Luego al pasar el tiempo, los años, decidí dar la vuelta al mundo con

una mochila, escribiendo estas y aquellas aventuras y pasó más tiempo; y al

volver a nuestra querida Zaragoza me di cuenta que se me habían olvidado

los rostros de los pueblos y casas que tanto había amado; y hete aquí que

resolví volver a pasar por los mismos sitios, los mismos pueblos, las mismas

casas. La fama, efímera, ya había pasado y también los años, yo ya era un

señor mayor y no una joven promesa, muchas personas que tan bien me

atendieron entonces ahora ya habían muerto, el tiempo había pasado y todo

era diferente. Y entonces pensé en recopilar todas aquellas recetas, unas

mejores que otras, unas más curiosas, o más sabrosas y todas con una

historia detrás.

Y es de esta reflexión donde la reflexión se impone y no podemos sino

pensar ¿Cuándo es una receta tradicional? Cuando incardina en la cultura

de la zona? Cuando emplea productos de siempre? ¿Cuándo?. Hay nombres

que lo dicen todo: Chilindrón, salmorejo, macocas del Moncayo, farinetas,

gachas, pastorad, gachas... y otras muchas recetas no tienen nombres tan

característicos mas sin embargo, viven y nadan en conceptos muy tradicio-



nales. Y cuales son esos conceptos que podríamos llamar tradicionales?

Tiempo, cuidado y amor. Son recetas no muy complicadas y que emplean un

buen tiempo, ¡cuidado!, no necesitan una habilidad suprema pero hace falta

buen ojo, y amor, amor sin peros, pues cocinar es amar, y desear compartir

lo que es más íntimamente tuyo lo que has hecho con tus manos.

En estas paginas encontrará muchas recetas que me enviaron cientos de

personas, recetas que me contaron al calor de la lumbre, recetas que for-

maban parte de su familia, recetas que no se sabe de donde surgieron y que

hoy incluyo aquí con todo el cariño, pues así conseguimos que ese pequeño

patrimonio cultural, esa forma de enfrentarse a la cocina, de encaminarse

a la aventura no se pierda y siga enriqueciendo nuestras cadieras. Mi cariño

más sincero a todas las abuelas y señoras y mujeres y hombres que se

esf

Introducción

Durante estas cuatro décadas de disfrute enogastronómico y de vida,

también profesional he recibido muchos favores y no pocos consejos. Cuando

hicimos los casi cuatrocientos programas de televisión de “en la cocina con

Ciriaco” recibimos muchísimas recetas tradicionales que nos enviaban per-

sonas encantadoras con animo de ayudar y también con la ilusión de que no

se perdieran. Eran recetas que se encontraban en la familia por largos años

y muchas de ellas tenían mucho amor. También la diputación provincial de

Zaragoza me honró hace ya largas décadas, cuando era joven, con el encar-

go de un libro de viajes sobre nuestra provincia zaragozana y allá que me fui

con mi furgoneta, buenas intenciones y una cámara de fotografiar en blanco

y negro para que las fotos fueran más auténticas, luego me enteré que las

fotos se podían revelar en blanco y negro¡. En este periplo por la provincia

disfruté muchísimo, conocí gente muy interesante y engordé como unos seis

kilos. ¡Que bueno estaba el pan¡, los embutidos¡ y los almuerzos, comidas,

cenas y recenas al amor de las cadieras, las cocinas, las estufas, los cam-

pos, las bodegas... un precioso paseo lleno de comida, de vino, de conversa-

ción. Luego al pasar el tiempo, los años, decidí dar la vuelta al mundo con

una mochila, escribiendo estas y aquellas aventuras y pasó más tiempo; y al

volver a nuestra querida Zaragoza me di cuenta que se me habían olvidado

los rostros de los pueblos y casas que tanto había amado; y hete aquí que

resolví volver a pasar por los mismos sitios, los mismos pueblos, las mismas

casas. La fama, efímera, ya había pasado y también los años, yo ya era un

señor mayor y no una joven promesa, muchas personas que tan bien me

atendieron entonces ahora ya habían muerto, el tiempo había pasado y todo

era diferente. Y entonces pensé en recopilar todas aquellas recetas, unas

mejores que otras, unas más curiosas, o más sabrosas y todas con una

historia detrás.

Y es de esta reflexión donde la reflexión se impone y no podemos sino

pensar ¿Cuándo es una receta tradicional? Cuando incardina en la cultura

de la zona? Cuando emplea productos de siempre? ¿Cuándo?. Hay nombres

que lo dicen todo: Chilindrón, salmorejo, macocas del Moncayo, farinetas,

gachas, pastorad, gachas... y otras muchas recetas no tienen nombres tan

característicos mas sin embargo, viven y nadan en conceptos muy tradicio-



nales. Y cuales son esos conceptos que podríamos llamar tradicionales?

Tiempo, cuidado y amor. Son recetas no muy complicadas y que emplean un

buen tiempo, ¡cuidado!, no necesitan una habilidad suprema pero hace falta

buen ojo, y amor, amor sin peros, pues cocinar es amar, y desear compartir

lo que es más íntimamente tuyo lo que has hecho con tus manos.

En estas paginas encontrará muchas recetas que me enviaron cientos de

personas, recetas que me contaron al calor de la lumbre, recetas que for-

maban parte de su familia, recetas que no se sabe de donde surgieron y que

hoy incluyo aquí con todo el cariño, pues así conseguimos que ese pequeño

patrimonio cultural, esa forma de enfrentarse a la cocina, de encaminarse

a la aventura no se pierda y siga enriqueciendo nuestras cadieras. Mi cariño

más sincero a todas las abuelas y señoras y mujeres y hombres que se

esforzaron en contarme sus secretos, sus ocurrencias, sus truquillos.

Un abrazo muy sentido

Ciriaco Yáñez orzaron en contarme sus secretos, sus ocurrencias, sus truquillos.

Un abrazo muy sentido

Ciriaco Yáñez

Veréis, la cocina tradicional es una fuente de inspiración y de comprensión

cultural del entorno; productos, elaboraciones, técnicas y pensamientos se

expresan en el arte de la cocina. Viejos productos, reinterpretados o redescu-

biertos en la alta cocina nos explican que la cocina de antes es un tesoro que

nos permite evolucionar. Muchas veces no compramos piezas más económi-

cas o desechamos productos que podríamos transformar en sabrosos platos a

causa de no dar un pequeño salto, el de imaginarnos un plato tal como podría

llegar a ser. Para eso sirve este libro, para explicarnos de donde venimos y para

ayudarnos a inventarnos nuestros propios platos igual que se los inventaron

antes que nosotros y llegaron a ser cocina tradicional. Estos platos son muy

sencillos, se emplean productos fáciles de encontrar o de sustituir por simi-

lares, el maridaje propuesto es solo indicativo y puede servir para ofrecernos

alguna idea para ampliar nuestras miras. Muchas recetas han sido aportadas

por personas particulares de toda nuestra geografía zaragozana.

Cada receta tradicional cuenta los ingredientes, la manera de hacerlos, un

pequeño maridaje. Las explicaciones quieren ser sencillas, comprensibles,

fáciles de poner en practica y sobre todo que abran un camino para imaginarse

nuestros propios platos, platos que con el tiempo también se puedan convertir

en tradicionales