Los caballeros franceses

1906

Los caballeros llegaron inopinadamente en una calesa tirada por sendos jacos trotones de patas tan grandes como una cabeza. Vestían a la usanza de ciudad y fueron recibidos por el encargado general don Feliciano. Después de tomar un refrigerio salieron con Jacinto a ver la finca, Pedro les acompañaba con una bota de agua con vino para hacerles pasar el calor de agosto. Hablaban francés entre ellos.

-Señor Jacinto. Hablaba español con marcado acento el más serio, un hombre en la madurez de la vida, seguro de su prestancia y valor.

-Usted dirá Señor

-Que tiene usted plantado en la finca?

-Tinto fino, albillo, cabernet sauvignon, merlot y malbec

-Como es posible que tenga usted esas variedades?

-No sabría decirle, ya estaban aquí cuando yo llegué. Mi predecesor, Eutiquio, me contó que gentes de Logroño , vinieron con algunos de Burdeos e hicieron la plantación.

-Que variedad es la tinto fino, no la conozco?

-Es la tempranillo aclimatada al Duero, se llama así porque madura antes.

-Porque tiene usted plantada una variedad blanca entre las tintas?

Las preguntas eran tan duras que por el tono, parecían crueles, inquisitoriales.

-Verá, cuando ponemos una proporción de seis partes de uva blanca por cien partes de uva tinta vemos que el color aumenta. Si pongo más, el color cae y si pongo menos no hay diferencia apreciable.

-Y usted sabe porque pasa eso, Jacinto?

-No tengo ni idea, solo que ocurre. Y usted sabe que pasa?

-No, tampoco lo se.

Los franceses hacían muchas preguntas y hablaban mucho entre ellos en francés, Pedro les escuchaba atontolinado. De vez en cuando reanudaban la conversación con Jacinto.

-Y esa construcción en la ladera?

-Si esa es la bodega donde criamos los vinos. Está excavada en la ladera y así no sube la temperatura.

-Y eso porque lo hace?

-Pues no se que decirle. Cuando al vino le pega el sol se estropea. Allí está protegido.

-Cuanto abona usted?.

-Pues no mucho. Verá usted ,si le das mucha comida a la viña tira mucho verde. Le pongo solo un poco a cada cepa y así se equilibra.

Así transcurrió el día. Todos de un lado a otro, peguntando mucho.

A la tarde se acercaron a ver a Pablo. Pedro se llegó donde su padre estaba hendiendo el roble y le dio un beso.

Las preguntas en la tonelería eran más cuidadosas. También palabras rudas pero como si la categoría de artesano dotase a Pablo de una prestancia que solo los franceses podían ver. Estuvieron observando un rato el quehacer y luego se dirigieron a la sala de barricas. Allí estaba el encargado de la bodega , Txomin, Domingo Garramiola. Pedro le quería mucho porque siempre tenía una palabra amable, le daba un caramelo, una fruta… le revolvía el pelo. Todos empezaron a catar las barricas y allí si que los franceses no pudieron evitar que en su cara se trasluciese el placer que esos vinos les estaban produciendo.

-Señores tienen ustedes la obligación de presentar estos vinos en las ferias internacionales. Este vino es patrimonio de la humanidad.

Lo que tiene el vino¡. De la distancia y el envaramiento, a una conversación entre amigos solo habían pasado dos copas trasegadas entre miradas cómplices. El mundo había cambiado.

Los franceses monsieur Rene Moliere, y el señor Emile Betancourt se animaron a hablar y explayándose les contaron a todos, lo que ellos pensaban de la finca, del viñedo, de los vinos.

-Mes amis. Tienen ustedes un potencial como no he visto en ningún lugar del mundo. Estas barricas que hemos catado son mejores que cualquiera de los grandes Burdeos que estamos acostumbrados a catar. Estos son vinos Profundos, con toda la intensidad del mundo detrás. Y algo que no veo muy a menudo: equilibrio, finura.

Me ha sorprendido encontrar cabernet sauvignon, merlot, malbec, ya viejos cuando los plantaron?

-Jacinto tu sabes cuando se plantó el viñedo?

-creo que don Eloy se fue a Burdeos y se vino con dos carros, dieciocho mil sarmientos se trajo hace…unos treinta o treinta y cinco años.

-Claro, así el viñedo está en sazón. Monsieur Moliere no daba crédito a la profundidad de las sensaciones que cada copa de vino les estaba proporcionando.

-Cuanto tienen ustedes plantado ahora?

-Jacinto?

-Unas doscientas sesenta hectáreas de las dos mil que tiene la finca.

-Como lo venden.

-Ah amigo Rene, no se vende. Este vino no se vende. El señor Palacios lo regala a sus amigos.

-Que suerte ser amigo suyo si este es su obsequio¡¡¡

-Me extraña que tengan ustedes un tonelero si no venden el vino. Es un gasto grande.

Txomin se quedó un momento pensativo para seguir al momento con la conversación.

-Mire Emile , primero vamos a sanear todas las instalaciones. Luego vamos a elaborar muy limpio. Vamos a emplear madera nueva y seminueva a la manera de Burdeos y vamos cuidar el vidueño. En tres o cuatro años haremos un gran vino y entonces lo enviaremos a esas exposiciones que ustedes me comentan ahora. Cuando vayamos, iremos a enseñar todo nuestro potencial y además estaremos preparados para mantener ese nivel para siempre. Y eso lo haremos porque habremos creado una estructura que funcionará sola. Habremos creado una cultura que se alimentará a si misma. De momento la finca produce fruta, semillas, y carne de oveja. Al señor Palacios no le cuesta dinero. Pero algún día este vino emocionará a la gente que lo beba.

Todavía no

La cosecha de 1916

La vendimia había sido preciosa, alegre y sin problemas. La fiesta del final con el primer mosto tenía algo telúrico y de rito de paso.

- Esta cosecha no es la cosecha Txomin

-Si ya lo sé Pedro, esta cosecha no tiene garra. El año ha sido tan bonancible que no ha tenido que luchar. Ha salido la uva sosa, como los que nacen muy ricos y no saben lo dura que es la vida.

-Que hacemos con la uva?

-Mira Jacinto, la uva no esta mal. Para el Valbuena valdrá , aunque lo haremos en tres años, no en cinco. No os apuréis será bien bueno, pero no tanto como habíamos soñado.

La fiesta de la vendimia se prolongó hasta que el cielo se oscureció por completo. Aún los rescoldos de las brasas humeaban en el suelo y la música de la guitarra revoloteaba en el aire cuando nuestro Pedro se escabullía tras las tapias de las casas del poblado. Un ágil y discreto salto le permitió pasar al corral de Ana, la viuda de Cosme, un peón de labranza muy achacoso, que había casado cuando ya había dejado la juventud muy atrás. Ana había enviudado hacía dos años y ya mayor para volverse a casar con alguien joven esperaba por si alguna de las mujeres fallecía y dejaba un hueco en un hogar. La soledad era dura, la cama fría y un poco de ayuda para vivir, aunque fuese una poca de seguridad, bienvenida era. Ana tenía tres hijas medianas, las dos mayores sirviendo en una casa bien de Bilbao, la pequeña se iría en uno o dos años y se quedaría sola. Precisamente Pedro la sobresalta mientras ella piensa en ello “patatas con arroz, patatas con arroz” se repite como en n salmodio. Y eso mismo le dice a Pedro cuando ve al mozo entrar en la cocina.

-Patatas con arroz

-Perdona? No te he entendido

-Patatas con arroz, una frase que decía mi madre cuando hay que conformarse con lo que tienes.

-Ah¡ no te había entendido

-Entra y no hagas ruido que Dolores está dormida.

Pedro se puso detrás de ella y le tomó de los senos con fuerza, tal como a ella le gustaba. Le apartó la cabeza y le mordió en el cuello, mientras levantaba la falda y trajinaba con la mano dura, ajada, en una caricia suave como el terciopelo, hasta que la mujer no pudo sino decirle:

-Que me vengo¡¡¡

Luego de unos instantes de silencio y de reposo Ana rompió el momento

-Mira que me tienes cogida bien. Me jodes como a mi me gusta. Que pena que no seas un hombre por que sino me preñaba de ti, y no te librabas mozo.

-Ahora te voy a demostrar si soy un hombre o no soy un hombre. El tono de furia de Pedro suavizó la voz de Ana.

-Hazme lo que quieras, que te lo has ganado, pero no te corras en mi. Si quieres terminar dentro, entra por detrás.

La madre de Pedro ve como el mozo llega bien mediada la media noche. No es una ingenua y la verdad es que no hay muchas mujeres disponibles en el poblado, así que está enterada de la historia de su hijo y reza para que no sea una dicha desgraciada con algún vástago malvenido.