El viñador
y otros cuentos de ribera
Ciriaco Yáñez. 2010
Nota a pie de pagina
Estas letras son imaginaciones. Mi abuelo Ciriaco trabajó en Vega-sicilia en los viñedos, creo que era un buen viticultor; mi abuelo Felipe era el mayoral de los rebaños de ovejas que la finca apacentaba; mi padre fue gran restaurador que se desarrollo entre fogones y amigos, y que de Valbuena llegó a Zaragoza; mi madre nació y vivió en la finca de Vega-sicilia toda su infancia. Tíos y primos aún trabajan en la bodega. Esos son los hechos reales , así como algunos nombres de la historia real de la finca, todos los sucedidos aquí son imaginados; intentan ser un pequeño homenaje a una tierra que aún sin ser la mía siento como parte de mi. También una finca, una bodega que me ha impresionado desde niño cuando con , pocos años la recorría con mis padres. Es algo inexplicable. También es un pequeño homenaje a la línea de la vida y la amistad.
Prologo
Estaba recogiendo los papeles de mi padre en su despachito, al lado de la cocina, detrás de la bodega, cuando me encontré un montón de cartas que él ya había olvidado. Los papeles se los había escondido su amigo, un alemán llamado altzeimer que ahora se había instalado a vivir en su misma vida y no parecía que tuviera intención de irse. Se intuía que había intentado dar forma una novela con el titulo del viñador, aunque no se venía bien la estructura que hubiera querido darle. Había también sucedidos de su padre, de su abuelo, de su madre, de gente anónima. Parecía un intento por comprender, por recoger la pequeña historia de su familia, de mi familia. La pequeña historia de Valbuena, del vino.
El viñedo en la noche
1896
El Duero a su paso por el monasterio de nuestra señora de Valbuena hace unos arabescos que ralentizan su fuerza, casi como si, el río quisiera admirar las viejas piedras ya huérfanas de mimos. No hay casas, tan solo el monasterio, ya desamortizado, abandonado y ajado. Nido de palomas que son cazadas por el cura para acompañar las patatas. En el campo , entre las cepas, en la vega, bajo la noche estrellada de agosto nace un varón y allí mismo es abandonado. Malquerido y aterido de frío, cubierto tan solo por un paño de cocina en una cesta de mimbre como un Moisés redivido, apenas tiene fuerzas para gañer. Es posible que ese mismo gañido tan desvalido haya sido el responsable que el perro del cura encontrase ese bebe entre los pámpanos cubiertos de hojas, o tal vez el olfato del can.
Don Senen es un hombre joven a que hace poco acaban de enviar al monasterio de Valbuena. Canta misa en Valbuena de Duero , también en Olivares y en sentido contrario a la carretera también llega a Pesquera, y cruzando el río en la barca se acerca hasta la finca de Vega-Sicilia a confortar a los peones y sus familias. Es un hombre raro, diferente, parece vivir en un mundo propio, en el pueblo le dicen “el tonto”, sin mucha caridad cristiana, y se lo dicen ante su indiferencia. En esos años de dolorosas rupturas, de guerras y contiendas entre hermanos, Senen se refugió en el seminario para escapar a una madre pesada y un padre dolorido. Como es tradición en Navarra un hijo era para la iglesia y Senen a decir verdad no puso muchas objeciones a profesar la fe. El tiempo del seminario pasó rápido, y ducho como era en latines y maitines no tuvo problema en superar los retos de los libros. Los retos de las carnes ya eran otro cantar y allí Senen no se sentía tan seguro. Los sueños nocturnos y las insinuaciones de las mujeres en el confesionario no caían en saco roto.
A don Senen le gusta salir de anochecida y quemar azufre al pie de los árboles donde los gorriones se refugian al caer la tarde. Al poco de prender el fuego ascienden nubes de valkirias que arrastran a los pequeños pajarillos casi directamente a la marmita de nuestro hombre. La mandadera de don Senen despluma a los pobres bichos sin más miramiento y si alguno se despierta aún no finiquitado, le toma con sus manos y les rompe el cuello de un solo movimiento.
La cosecha de la noche ya ha caído, a los gorriones se han unido sendas palomas despistadas y un par de tordos. Mañana fritada de pajaritos con caracoles que ha traído la señora Urraca.
Atraído por la pista del perro y pensando en que puede redondear la noche con un conejo, prepara la escopeta y sobresaltado se queda mirando la viña, la cestita, el bebe tan blanco como la luna.
Coge la cesta uniéndola a la frazada de pajaritos y se encamina a las dependencias de la mandadera que hace rato duerme el sueño de los justos o de los agotados.
Manuela se despierta cogiendo la frazada con dos manos mientras se enciende la luz y ella se prepara para lo que tenga que pasar, más sorprendida por el despertar que asustada.
Ante la cara de sorpresa de la moza Senen se queda un momento parado sin saber que hacer, consciente de que la mujer piensa que se le va a meter en la cama.
Sin más quita el paño y muestra al bebe.
-Pero mosen de donde ha sacado este lechón?
-Perdona que te moleste en la noche Manuela. No sabía como confortarlo y como tu eres mujer…
-Mira por donde se ha dado usted cuenta de que soy una mujer. Pues cuando quiera se lo demuestro de verdad.
El bebe helado , hambriento y lloroso rompió a llorar quedo, Mauela se hizo cargo de él mientras ya no se ocultaba tras la frazada. Al sentirse calentito y acogido se tranquilizó.
-Bueno Manuela, que hacemos?
-Pues de momento mantenerlo caliente y ver si podemos prepararle un poco de leche tibia.
-Ya la caliento yo.
Al poco el cura se presentó con un cacillo lleno de leche hirviendo.
-Espere un poco a que se enfríe , tan caliente le quemaría. Póngase un poco en el dorso del brazo , tiene que notarlo a la misma temperatura…
-Caspita¡¡ quema
-Ya le estaba diciendo que se espere. Sóplelo un poco. Mejor, coja un vaso y mueva la leche del vaso al cazo y al revés.
Después de varios trasvases la leche estaba tibia. Manuela se puso al niño al pecho y le dejó que tetase , el bebe se aferró al pezón con tanta fuerza que la moza dio un gritito. Parecía un lechoncillo hozando la tierra
- mire que ganas tiene de vivir.
- Y ahora como le vas a dar la leche? Porque de tu pecho no la va a poder tomar.
- Pues no lo se, no tengo experiencia con niños, la verdad.
- Y si te la pones en la boca y se la vas dando como a besitos?
-Me suena raro.
-Chica como no coja la bici y me presente en la botica de Peñafiel a preguntar.
-Podría ir usted a casa del medico de Pesquera que está más cerca
-Si te parece oportuno pues voy.
-Espere¡ vamos a intentar dárselo con un paño. Voy a mojar la tela en el vaso y se lo pondré n la boca para que chupe. Mañana podemos buscar alguna mujer que esté tetando y que quiera ser su ama de cría. No se lo que resultará de todo esto porque el calostro es importante para el niño, son las primeras leches de la mujer, llenas de caldo bueno. Los niños que no lo maman se quedan esmirriados. Eso dicen.
En estas cosas se pasó la primera noche de aquel bebe bajo el cielo del Duero.