un pequeño trocito

Al principio solo quiso ganar dinero, aunque ni

entonces eso le importo mucho. Pero con ese dinero

podía comprar cosas que parecían traer la felicidad.

Las cosas bellas halagan el espíritu, lo acarician y te

hacen sentir importante, seria eso la felicidad?. Pero

allí no encontró la felicidad, simplemente estaba

bien.

Luego quiso encontrar en la compañía la felicidad;

pero no, allí solo había conversación amable y

tranquila afabilidad, cuidados y comprensión pero no

la autentica felicidad.

Tal vez en el trabajo?; y así haciendo gala de su

sociedad con la Fortuna, de la que era protegido, hizo

muchas cosas, algunas realmente interesantes, y para

las que parecía especialmente dotado. Así esperaba

encontrar la felicidad, el reconocimiento y el amor de

la gente. Pero no, allí solo había soledad, frialdad

envidia y muchas cosas malas que contaminaron su

espíritu, y lo hicieron sentirse raro.

Un día le pidió a la Fortuna que le enviase el amor

verdadero. Y la Fortuna se lo envió, siempre le da

todo lo que pide de corazón.

Pero él no estaba preparado para el amor que había

pedido. Él estaba muy lleno de su propia imagen, de la

que él había inventado intentando complacer a todo el

mundo; y ser importante. Y también le daba miedo

desnudar su corazón de verdad; que pensaría ella, la

descendiente de Venus, de su alma verdadera? no seria

bastante, nada seria bastante para ella. Sin embargo

ella, si le amaba de verdad, amaba lo que podía

percibir de bueno en su corazón, retazos de luz que

escapaban por entre los velos que ocultaban el alma.

Pero, el levantar estos velos era un trabajo muy, muy

pesado, estaban anclados al suelo y fuertemente

pegados por el miedo a no ser digno de aquel amor. Y

así entre el deseo de levantarlos y el temor de

descorrerlos, las manos se separaron. La vida sigue

para el amor, pero para él fue la muerte, el final. Se

dio cuenta que nada le traería la felicidad y se

propuso entre todo el dolor y la desesperación que

encontraría la felicidad y la traería, como el grial.

Y ese fue su anhelo. Rompió sus imágenes renuncio a

todo lo que tenia como una ofrenda a la Fortuna;

derribando el edificio para construirlo de nuevo, todo

lleno de luz amor y felicidad, costase lo que costase.

Al principio cuando destruyo el edificio solo quedaron

escombros y parecía una catástrofe, pero el estaba

tranquilo sabia que destruirlo todo y erradicar la

mentira de una imagen, era lo debido; y sin preocuparse

de nada mas, ni del dolor, ni de la tristeza que

Vivian en su alma por el amor perdido fue en busca del

grial.

El grial era la felicidad, era la ofrenda al amor

verdadero, el cimiento de una nueva vida de realidad y

autenticidad; si conseguía encontrar el grial podría

ofrecerlo, podría ofrecerse, esta vez lleno de verdad.

Donde encontrarlo? simplemente no lo sabia. Así que,

partió sin rumbo fijo, en busca de aventuras y atento

a la luz que asociaba a la felicidad; se fijaba mucho

en los detalles de todo, por que empezó a darse cuenta

que todo le interesaba. Unas veces dormía en mejores

sitios que otras; unas veces encontraba posada en las

que la comida era una delicia y en otras era no tan

buena; unas veces llovía y otras hacia sol; unas veces

rondo el peligro y otras la Fortuna lo aparto; unas

veces vio en los demás las actitudes de prepotencia,

apego, y búsqueda de aprobación que tan familiares le

resultaban, y otras reparo en la dignidad tierna y

viril de algunos elegidos que solo irradiaban paz;

unas veces lloraba de tristeza y otras pensaba en el

amor. Y siempre, escribía intentando encontrar en las

palabras el camino al grial. El camino de la felicidad.

Un día después de muchas lunas estaba en una estación

y vio a una mujer que llevaba un niño de pecho en

brazos, esperaba. Se sentó enfrente del viajero y este

la contemplo. Tenia una mirada limpia de corazón

sereno y bueno; simplemente esperaba.

Al cabo llego el tren, ella se levanto esbozando tan

apenas una sonrisa y se dirigió al anden. Del tren

descendió un hombre, ni joven ni viejo, con aspecto de

cansado.La mirada se le alegro al ver a la mujer y

con tremendo amor la beso; luego muy cuidadosamente

beso al niño para no despertarle. Cambio el maletín

por el niño y ambos se alejaron tomados de las manos.

El viajero se encontraba desolado y no sabia

porque; que había pasado?.

Estuvo mirando en derredor y al final miró donde nunca

había mirado, hacia dentro. Hacia su interior. Y allí

en su interior vio su alma, era un alma buena, el

pensaba que estaría llena de tiznones, negra por todas

las cosas malas que había hecho, pero no, estaba

limpia y pura. Siguió mirando y encontró el amor,

quien le decía que debía ser dado libremente sin

intentar poseer al amado, que debía ser ofrecido sin

querer conseguir nada, independientemente de si la

persona amada le correspondía, amor libertad sin

intentar cambiar a nadie y sin poseer.

Encontró el espíritu, que alabo el compromiso con la

verdad y la rectitud y con aceptarse tal como era,

cambiando las cosas para mejorarlas, para ser bueno;

para que la fuerza de las manos no se apoderase de la

fuerza del corazón. Y para que mantuviera la confianza

y la fe en la Fortuna y el amor.

Y allí estaba, en el ultimo rincón, allí estaba la

felicidad. Al llegar allí pensó que seria toda una

sensación, y lo fue, pero diferente. Era una sensación

de alegría inefable pero llena de muchas cosas. Llena

de seguridad en si mismo, una seguridad ganada

duramente; la tranquilidad de espíritu de no haber

querido hacer daño a nadie conscientemente y de

haberlo intentado hacer con los conocimientos de aquel

entonces (que hoy ya no le valían); la facilidad de

poder vivir en cualquier sitio sin encontrarse solo, de

vivir cómodamente sin que ser mas o menos a los ojos

de los demás le importasen; la aceptación de que

prefería las cosas bellas y la comodidad pero sabiendo

que no era esclavo de los lujos, sino tan solo

usuario;

saber que el sexo ya siempre estaría unido al amor,

que la unión perfecta entre dos personas que se aman

era su elección, que sentir de deseo y la pasión era

sentir el amor del corazón.

Saber al fin que la felicidad no era algo que se

buscaba era algo que se encontraba dentro de cada uno

y que todos podíamos alcanzarla sin importar lo que

nos pudiese hacer el mundo, las personas o mil cosas

que hacen daño.

Y así encontró el grial, la felicidad, hija del amor,

hermana del compromiso y de la libertad, madre de todo.